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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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21-07-2015

 

 

Tsipras y los vampiros

 

SURda

Opinión

Grecia

Boris Kagarlitsky


[ Este artículo es del 2 de julio, 3 días antes del referéndum. Siempre estos materiales nos llegan con un cierto retraso, y el tiempos en que los acontecimientos se precipitan, algún desfasaje puede darse. Pero consideramos que su análisis no pierde por eso validez, y nos  permitimos agregar un comentario, al final ]

Hace cinco años que Europa se preocupa por el problema de la deuda griega. Se comenzó con una suma relativamente modesta, estimada en 15 a 20 mil millones de euros, pese a que en el momento incluso esa deuda parecía más allá de la capacidad del país. En lugar de la cancelación de la deuda, la "troika" -la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI)- ofreció a Grecia un programa de asistencia económica a cambio de "reformas urgentes".

Los resultados de este programa y de la ayuda que proporcionan, hablan por sí solos. La economía de Grecia se contrajo un 27% y la deuda se elevó a 320 millones de dólares, a pesar de una cancelación parcial. Habiendo partido de ser un 60% del PIB, la deuda llegó al 175%. Mientras tanto, ni la Troika ni el gobierno griego anterior reconocieron el fracaso evidente. La Troika no sólo insistió en continuar e incluso radicalizar sus acciones claramente sin sentido, también propuso el tratamiento de los males económicos de otros países de la eurozona (Italia, España y Portugal), en base del modelo griego.

Las acciones de la Troika parecen mucho menos absurdo si reflexionamos que los miles de millones de euros destinados a "salvar a Grecia" nunca alcanzaron ese país desafortunado, sino que se depositaron de inmediato en los bancos alemanes y franceses. Con el pretexto del servicio de la deuda griega se creó una enorme pirámide financiera, análogo a un esquema Ponzi o de las pirámides de MMM y GKO en 1990 Rusia, pero en una escala mucho mayor. Parte del dinero aspirado directamente desde Grecia terminó en los bancos, mientras una parte adicional provino de los bolsillos de los contribuyentes de Europa Occidental. Por las decisiones tomadas de hecho en Berlín y Bruselas, con la aprobación de París, los ciudadanos de otros países de la eurozona se vieron obligados a pagar. Entre las víctimas se incluyen los habitantes de España e Italia, y de países como Austria y Finlandia que no tenían relación alguna con los eventos del caso. Se montó una especie de “tubería” en toda Europa, usada para bombear fondos estatales en beneficio del capital financiero alemán y francés.

Con la llegada al poder del gobierno de izquierda formada por el partido SYRIZA y dirigido por Alexis Tsipras, surgió en Grecia la esperanza en que llegase a su fin la serie interminable de catástrofes económicas, sociales y morales que el país había sufrido desde el año 2008. Incluso si la situación no mejorase las cosas serían, al menos, manera diferentes. El gobierno de SYRIZA había sido electo con un mandato claro de poner fin a las políticas de austeridad económica, para poner fin a la privatización y comercialización del sector público, y sobre todo, para que los griegos recuperen su autoestima en las difíciles negociaciones, basadas los criterios con que los acreedores se habían comportado hacia el país en los últimos años, como si fuesen la administración de una fuerza de ocupación. SYRIZA, por otra parte, fue considerada en Europa como pro-rusa; durante la campaña electoral los representantes del partido expresaron en varias ocasiones su desacuerdo con la política de la UE hacia Rusia, criticando la imposición de sanciones y condenando el nuevo orden político impuesto en Ucrania tras el vuelco político del mes de febrero de 2014.

Los primeros acuerdos celebrados por el nuevo gobierno griego con sus acreedores mostraron, sin embargo, que en la práctica todo estaba resultando muy diferente. Los representantes de Atenas hicieron declaraciones acaloradas, y luego, después de conseguir apenas modificaciones mínimas, procedieron a firmar el próximo acuerdo dictado por los acreedores. En parte, esta inconsistencia se debió a las contradicciones del mandato mismo obtenido por Tsipras y sus correligionarios. Habían prometido poner fin a la austeridad económica que estaba matando la demanda y la producción; pero también se comprometieron a mantener al país dentro de la zona euro y la UE, haciendo hincapié en que había que evitar un incumplimiento con la deuda externa. Esta manera de formular la cuestión dejaba a los griegos a merced de sus acreedores.

Pagar la deuda es simplemente imposible.

Por otra parte, un relanzamiento de la economía es técnicamente inconcebible a menos que las reglas impuestas por el BCE sean rechazadas, y también su pretensión de un dramático aumento en la competitividad si no se la auxiliaba con una disminución de la tasa de cambio. Puesto que se ha entendido desde el principio que el BCE no va a estar de acuerdo en reducir drásticamente la tasa de cambio del euro exclusivamente con el fin de salvar a Grecia, está claro que en términos técnicos no hay la más mínima posibilidad de una salida exitosa del dilema sin que Grecia deje la zona euro y vuelva al dracma. La única pregunta ha sido si se planificará esta salida, organizada y preparada de antemano, o si va a ser caótica y desastrosa. La situación es muy similar a la de Argentina en 2001, cuando después de una devaluación del peso tuvo que ser desacoplado del dólar si se quería reanudar el crecimiento económico.

Sin embargo, hasta la discusión de este único escenario realista, por no hablar de los preparativos para llevarlo a cabo, ha sido prohibida; tan pronto se siguiese ese curso, serían los bancos alemanes y franceses los afectados, junto con la reputación de los líderes de la UE. Que el gobierno griego acepte estas condiciones, es como un médico que se comprometiese a tratar a un paciente con cáncer sin infringir los "intereses legítimos" del tumor y sin poner obstáculos a su crecimiento . O como una persona que negociase con los vampiros de la cantidad de sangre que le van a chupar . En este caso, los intereses reconocidos son los de los vampiros.

Haciendo honor a la verdad, hay que reconocer que, hasta cierto punto las contradicciones de la posición de SYRIZA reflejan las de la propia sociedad griega . Por un lado, muchos griegos están indignados y quieren cambios, mientras que por el otro, la gente tiene miedo a arriesgar sus comodidades de clase media, a pesar de que estas comodidades están disminuyendo día a día. Mientras una parte considerable de la población todavía tiene ahorros en euros, estas personas están paralizadas por el miedo a que su dinero se pierde o se devalúe. Una cosa es asistir a manifestaciones exigiendo que los acreedores "respeten el país", y otra muy distinta es estar preparado, en este momento, a aceptar sacrificios y riesgos particulares en aras del propio futuro. Es cierto que no hay otra salida, pero tanto las autoridades como la sociedad tienen que pensar y hablar de esto abiertamente. Por el camino de hacer declaraciones que tratan de contentar a todos, el gobierno de Tsipras, en cambio, se ha metido en su propia trampa .

El problema no es tanto las condiciones drásticas y humillantes que en repetidas ocasiones le han impuesto a Grecia sus acreedores, ya que estos acuerdos no resuelven el dilema sino que los exacerban. La crisis de la deuda está empeorando, lo adeudado aumenta tanto en términos absolutos como en relación al tamaño de la economía que se contrae bajo el impacto de la crisis. Cada nuevo acuerdo simplemente da por hecho que después de unos meses aparecerá una nueva crisis. Que es más destructiva cada vez.

Aunque careciendo de voluntad de responder a los líderes de la UE con un enfático "NO", Alexis Tsipras y su ministro de Finanzas el economista Giannis Varoufakis (una importación de la Universidad de Texas), no pueden dejar de entender que el acuerdo con la troika también va a ser desastroso para ellos. Tienen ante sus ojos una capitulación similar que hace sólo dos años transformó el poderoso partido socialdemócrata PASOK de ser la fuerza política más importante del país, en un outsider.

Tsipras ha tratado de maniobrar haciendo lo posible por complacer a todos. Ha tranquilizado a los acreedores, complacido las ilusiones pequeñoburguesas de los votantes, y presentado discursos radicales en las reuniones de activistas de izquierda. Mientras que promete a todos la más posible, su gobierno ha tratado de sabotear en la práctica algunos acuerdos firmados con la troika, como en casos que fueron firmados por las administraciones anteriores. Pero los ministros no han tenido siquiera el coraje de sugerir que estos acuerdos puedan ser derogados, o que el gobierno podría negarse de plano a llevarlos a cabo. Un ejemplo notable de ese enfoque diplomático del gobierno griego es su posición sobre la cuestión de las sanciones a Rusia. Bajo las reglas de la UE, Grecia podría simplemente haber bloquedo estas sanciones en verano de 2015. Eso fue planteado por miembros de SYRIZA, cuando votaron en bloque en el Parlamento Europeo contra las resoluciones anti-rusas. En el calor de la siguiente ronda de negociaciones entre la Troika y los griegos, mientras el propio Tsipras fue a San Petersburgo a explicar a sus colegas rusos las perspectivas de desarrollo de relaciones especiales con Atenas, sus representantes en la UE dieron su respaldo a las sanciones. Ante el público, los diplomáticos griegos declararon luego que habían luchado como leones por los intereses de Rusia, y que fue debido a su insistencia y principismo que las sanciones se habían limitado a seis meses, en lugar de doce como exigían los alemanes.

La política de compromiso de Tsipras puede ser explicada en parte por el deseo de ganar tiempo a la espera de las elecciones en España, donde la coalición de izquierda encabezada por Podemos tenía serias posibilidades de éxito. España es un país mucho más influyente que Grecia, con una economía mucho más fuerte, pero está sufriendo una crisis muy similar, si bien menos grave. Si Podemos llegase al poder, Atenas sería capaz de escapar de su aislamiento internacional. Además, el Bloque de Izquierda en Portugal tiene una oportunidad cierta de éxito. En otras palabras, se presentaba una oportunidad de establecer una coalición internacional de países mediterráneos que se oponga a Berlín y Bruselas. Pero ante la gente de España y Portugal, las propias acciones de Tsipras y su evidente debilidad han suscitado dudas sobre si conviene confiar en la izquierda alternativa, debilitando así las esperanzas de la izquierda en esos países.

Pero en el entorno de la izquierda europea sigue habiendo simpatía por SYRIZA como un partido que se encuentra en circunstancias extremadamente difíciles. En el contexto de muchos años de reveses de la izquierda europea, los éxitos iniciales de Tsipras inspiran esperanzas que la gente se resiste a abandonar. Que el líder de SYRIZA hiciese primero discursos radicales para luego ceder ante las fuerzas superiores de sus adversarios, parecía estar justificado, no sólo en otras partes de Europa sino en Grecia. Así, la popularidad del gobierno de Tsipras aumentó. La gente no sólo se abstuvo de condenarlo, sino que lo compadecieron como rehén de los vampiros contra los que demostraba una y otra vez ser impotente.

Engañar a la pseudo-izquierda y la pequeño-burguesía provincial no es particularmente difícil, pero los vampiros financieros no entran en tales trucos. El sabotaje provocó indignación en los acreedores, que aumentaron de manera constante la presión. Los acuerdos que los griegos firmaron con los acreedores después que SYRIZA llegó al poder no eran mejores que los avalados por el gobierno anterior, y con los mismos resultados.

En junio, cuando el vencimiento de los pagos cayó llegó, no había nada de dinero.

Una nueva reestructuración de la deuda era esencial. A cambio de eso la troika exigía la aceptación de un nuevo "paquete de reformas", en comparación con la cual todas las medidas de austeridad anteriores parecían meros ejercicios de calentamiento. El salario y las pensiones tendrían que ser cortados, deberían elevarse los impuestos, y eliminar las concesiones impositivas al turismo, que en medio de la destrucción de la industria y el declive de la agricultura sigue siendo el único sector relativamente estable de la economía. El país se hundiría inevitablemente en una nueva espiral de recesión. Para SYRIZA, esto significaría no sólo el abandono de todas sus promesas electorales, sino también someterse a la humillación pública, con la perspectiva obvia de la derrota en las próximas elecciones. Esto, de hecho, era lo que los acreedores estaban buscando.

El 22 de junio Grecia capituló. El gobierno accedió a extraer más ingresos del IVA elevándolo a 0.93% del PIB, y aumentar los impuestos a las compañías navieras (o sea hacer más caros los viajes entre las islas griegas y el continente). Se comprometió también a un recorte de las pensiones, aunque las autoridades de Atenas pidieron que se le permitiese introducir los cambios gradualmente en lugar de inmediatamente.

El único punto en el que los negociadores griegos objetaron, con el fin de salvar la cara, era que el IVA se elevase a 1% del PIB. En otras palabras, la medida de su resistencia era un todo 0,07%. El equipo griego por su parte acordó que el impuesto a las empresas fuese del 28%, en lugar del 29% como habían planteado inicialmente a la Troika. Los griegos también pidieron que se le permitiera mantener el gasto de defensa en su nivel anterior; esto coincide con los requisitos generales del bloque de la OTAN, de la que Grecia es parte.

El juego había terminado. La prensa financiera mundial celebraba y los precios en los mercados de acciones subieron. En Atenas, hubo incluso una manifestación de partidos de derecha en apoyo a los acreedores. Ciudadanos bien vestidos se reunieron en la céntrica plaza Syntagma, pidiendo a las pensiones se redujesen. Es cierto, no fueron muchos, sólo alrededor de 1500 manifestantes, pero la televisión logró hacer la imagen tan impresionante que incluso el conocido comentarista estadounidense Paul Craig Roberts, un fuerte crítico de la política de las instituciones financieras, expresó desconcierto en la forma en que los griegos aparentemente se habían lavado el cerebro hasta el punto de aceptar la humillación de su propio país.

Entonces ocurrió lo inesperado. Los diputados alemanes declararon su insatisfacción por la velocidad con la que la Comisión Europea dio la bienvenida a las nuevas ofertas de Atenas. Bajo la presión de Berlín, se rechazaron las ofertas de Tsipras. Los griegos se habían rendido, pero los alemanes no estaban tomando prisioneros.

Los eurócratas no sólo se negaron a aceptar las concesiones simbólicas necesarias por Tsipras y Varoufakis para salvar la cara, al igual que los gángsters con un cliente que está atrasado en el pago de dinero por protección, comenzaron a hacer nuevas demandas. Con su espalda contra la pared, el gobierno griego mostró de repente un coraje nacido de la desesperación. Tsipras pronunció un encendido discurso al pueblo, y llamó a un referéndum, para que los griegos decidiesen por sí mismos si están de acuerdo con las demandas de los acreedores. El último primer ministro del PASOK, George Papandreou, había planeado hacer algo similar, pero los acreedores lo presionaron y renunció a su intento. El resultado fue que Papandreu perdió su reputación, su puesto como primer ministro, y hasta su posición a la cabeza de su propio partido. Conociendo el destino de su predecesor, Tsipras mostró más consistencia. Un aliciente más fue para él el hecho de que incluso antes de que los eurócratas rechazasen el "compromiso" que había ofrecido, había estallado una revuelta en filas de SYRIZA, y estaba claro que si el acuerdo con la troika se conseguía en el parlamento, sería sólo con los votos de los derechistas.

Esta vez, los diputados del partido conservador Nueva Democracia trataron de bloquear la votación del referéndum. Pero finalmente regresaron a la cámara, y se adoptó la resolución. El 5 de julio los griegos decidirán sobre si están o no de acuerdo o no acuerdo con las condiciones de los vampiros financieros. [Como dijimos, esto se escribió el 2 de julio].

Es significativo que la Troika caracterizase el uso por los griegos de este procedimiento democrático como un rechazo al acuerdo. Los representantes de la Troika suspendieron las negociaciones y declararon que la "ayuda" a Grecia cesaría en junio 30. Esto significa que, independientemente del resultado del referéndum, un default técnico a partir del 1 de julio es inevitable, y esto a su vez dará lugar casi automáticamente a salida de Grecia de la zona euro y el retorno al dracma.

La posibilidad de que los partidarios de la austeridad puedan ganar el referéndum, ilusoria en cualquier caso, ahora ha desaparecido por completo.

Lo que era inevitable que se produjese ahora ha sucedido en realidad, al igual que en Argentina en 2001, donde todas las fuerzas políticas trataron desesperadamente de evitar un default y la salida del dólar (el peso argentino estaba atado al dólar estadounidense), pero esto ocurrió de todos modos . Tanto en Argentina y en Rusia, colapso financiero fue seguido por unos pocos meses dramáticos y caóticos, después de lo cual se inició una recuperación económica. La situación en Grecia es algo más compleja, pero en Grecia, y el cambio a un dracma devaluado inevitablemente abriría un abanico de posibilidades. Los hoteles baratos atraerán a los turistas que están ahora ante una oferta críticamente recordada (tan solo el turismo ruso Grecia se ha reducido este año en un 70%). Se abrirían nuevas perspectivas para el turismo y la construcción naval. Las relaciones con Rusia también podrían colocarse sobre una base más sólida.

El resultado terminaría favoreciendo a Grecia, pero sería a pesar de las acciones de los actuales líderes más que debido a ellos. Cabe, sin embargo, reconocer que Tsipras, incluso habiendo tomado esa decisión a último momento, ha demostrado sin embargo tener más derecho al papel de líder nacional que sus predecesores. Los griegos se doblaron pero no están rotos.

¿Qué puede, sin embargo, haber motivado a los líderes de Berlín a negarse a aceptar la capitulación griega? Es posible, por supuesto, que los líderes alemanes simplemente cometiesen un error. La situación quedó fuera de control porque cada lado no pudo anticipar la reacción de la otra. Los griegos sobrestimaron el racionalismo de los alemanes, y los alemanes el oportunismo de los griegos. Cuanto más aguda la crisis, más errores se comenten; esa es la lógica general del proceso histórico. No descartamos que los líderes en Berlín calcularon mal los probables resultados de las conversaciones entre Rusia y Grecia, y esperaban que los rusos le diesen a Tsipras el dinero que los griegos podrían utilizar para pagar a los acreedores. Pero Tsipras dejó San Petersburgo sin haber recibido nada, aunque con un acuerdo para construir un gasoducto que por razones técnicas será imposible de aplicar antes de 2018 (hay que señalar que Gazprom, la corporación rusa, anunció en ese momento que el tránsito de gas a través de Ucrania se restablecería después de 2019, y la rentabilidad de un gasoducto greco-turco, más costoso, quedaría en cuestión).

Tampoco se puede excluir la posibilidad de que Berlín provocase deliberadamente la crisis.

Los analistas alemanes pueden haber calculado que la burbuja de la deuda iba a estallar de cualquier modo, y han decidido a desinflarse ellos mismos sin esperar a que los acontecimientos llevasen a eso en forma espontánea. Incluso si se llega a un acuerdo sobre las condiciones establecidas por la Troika, las nuevas crisis no sólo serán "predecible con certeza matemática" (como dijo Varoufakis), mucho más importante aun es que la proporción de los fondos bombeada por los bancos alemanes de Grecia disminuirá en cada nuevo ciclo, mientras que la cuota procedente del contribuyente alemán aumentará. En otras palabras, se añadiría el riesgo político al riesgo de que la pirámide de la deuda se desmorone. La gente del norte de Europa están empezando a entender que con el pretexto de "salvar Grecia", ellos mismos están siendo robados por los de "su lado". Incluso si los europeos del norte no lo entienden, seguirá aumentando la resistencia a desprenderse de su dinero. También podemos ver este tema en la tristemente célebre Charlie Hebdo, que salió con este titular "Ahoguen a los griegos para salvar a Europa".

Por lo tanto - ¿era una mala intención, o un error de cálculo colectivo?

Estas dos explicaciones, aunque formalmente contrapuestas, pueden en realidad reforzarse mutuamente. Hubo un grado de mala intención, pero también hubo errores de cálculo de ambos lados. Podemos recordar que fue precisamente de esta forma que estalló la guerra en 1914. Todas las diversas partes se habían preparado para una guerra, la había planeado, la buscaban, pero los acontecimientos, sin embargo, se desarrollaron de una manera completamente diferente a lo que habían planeado. El control sobre la situación se perdió.

Parece que lo mismo ocurrió en esta ocasión. Incluso si la Troika pretende algo en la línea de "ahogar a los griegos", las cosas van a ocurrir ahora de una manera muy diferente de lo que esperaban. El referéndum convocado por Tsipras está alterando drásticamente el paisaje psicológico no sólo en Atenas, sino en toda Europa. Voluntariamente o no, SYRIZA ha levantado la bandera de la resistencia. Para los otros países de la zona euro arruinados por la crisis, proporcionará una señal de que los vampiros financieros de la UE no son todopoderosos. Los vampiros mismos se verán obligados a tomar medidas aún más duras, en un esfuerzo por detener la creciente caída del régimen neoliberal instalado en la UE para las negociaciones de Maastricht y Lisboa. Como la historia nos enseña, en última instancia, estas medidas sólo sirven para agravar las crisis, provocando más y más activa resistencia. Hasta que llegue a los países del "centro" de Europa - Italia, Francia, e incluso Austria y Alemania. En la situación actual, sin embargo, otro camino sigue abierto a los grupos dominantes en Berlín y Bruselas. Y antes de que aparezca la luz al final del túnel, estamos obligados a hundirnos aún más en las profundidades de la crisis.

Todos nuestros países sentirán los efectos directos, entre ellos Rusia.

[ Como vemos, en autor daba por hecho el triunfo del NO en el referéndum, pero también la salida de Grecia del euro. En mi opinión es meritorio que no sea un pusilánime que no arriesgue una opinión sobre los acontecimientos en plena marcha. Aunque esa salida del euro ya no ocurrirá hoy de forma INMEDIATA, el análisis del autor es consistente con la idea de que eso terminará ocurriendo de cualquier manera. Como en esta nota como también en muchas otras se hace un paralelo entre lo vivido en Grecia hoy con Argentina hace algunos años, quiero recordar una anécdota.

Alan Freeman, un marxista británico del mismo entorno de BK, visitó una vez Argentina en tiempos de De la Rúa y Cavallo, y la paridad del peso argentino (después vino otras veces, y una vez lo invitamos a Uruguay). En esa oportunidad dio una chala y fue presentado como "el más destacado economista marxista del mundo". Los asistentes le preguntaron si en su opinión Argentina  debía o no devaluar , que era la pregunta que obsesionaba a los argentinos de ese tiempo. Freeman desconcertó a la audiencia respondiendo "No entiendo la pregunta". Y luego de algunas aclaraciones respondió más o menos lo siguiente: "El valor de una moneda no es una cuestión de política o de voluntad de un gobierno. Si la economía material se ha desplomado la moneda se va a desplomar, sea cual sea la política del gobierno. No es una opción, Argentina va a devaluar".

Tal vez esto nos ayude a entender lo que va a pasar con Grecia.

FM]




 
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